Siempre me ha parecido curioso como un rebaño de cien ovejas, por ejemplo, puede ser controlado por uno o dos perros pastores, que mendigan las migajas de su amo. Pero lo que es verdaderamente excepcional es como miles de personas pueden dejarse apalear por unos cuantos uniformados sin indentificar, sin hacer practicamente nada salvo patalear (y eso en pleno siglo XXI).
Es cierto que la violencia de principio no conduce a nada (o al menos esa es la imposición ideológica que tenemos que asumir por aquello del buenrrollismo generalizado, aunque nos estén violentando y humillando todo el puto dia), pero cuando los perros de presa de los mafiosos parapetados en el Congreso, al servicio de otros capos mas poderosos y aun mas peligrosos, se lanzan a morder, ayudados por unos cuantos de los suyos disfrazados de corderitos, me parece que la no violencia deja de tener su razón de ser (salvo si aplicas aquella invención de la clase dirigente, muy util para controlar precisamente al rebaño, de que hay que poner siempre la otra mejilla).
Como decía al principio, es asombroso como un gran rebaño de ovejas obedece ipso facto ante unos cuantos ladridos o, si toca, algun que otro mordisco, de los perros harapientos del gran pastor. Pero se parte de la idea de que las ovejas son animales irracionales, que no piensan, con un pequeño cerebro que responde a meros instintos.
Que un policia (perdon, un matón armado y sin identificación, porque lo de fuerzas del orden solo nos consta por el uniforme, que se puede comprar en cualquier tienda al efecto) actué instintivamente, y ladre o muerda según se lo ordene su amo, es comprensible, porque ¿quién puede trabajar de policia sino aquel al que su desarrollo racional se ha quedado al nivel de perro?
Lamentablemente, y al contrario de lo que explicaba Platon en suRepública, los que protegen al resto de los ciudadanos no son, ni mucho menos, los mas formados ni los mas inteligentes, sino las sobras de la sociedad. Y así nos luce el pelo en esta democracia donde los supuestos policias entran en la estación de Atocha y se ponen a disparar dentro de ella y a apalear a manifestantes, usuarios del tren o a periodistas indiscriminadamente, ayudados por los que ni siquiera llegaron a policia, que ya es decir: los guardias de seguridad, en este caso de RENFE.
Lo mas incomprensible es que las personas, los trabajadores, los que acudieron a manifestarse para pedir mas democracia, recibidos por una violencia que jamas se vio ni siquiera en los tiempos del que eligió a Juan Carlos I como rey y diseño la estafa de la transición española y de este sistema corrupto y brutal, actuen como ovejas sumisas cuando unos cuantos perros sarnosos les ladran o les muerden ¿Cómo es posible que sea tan facil que unos cuantos matones disfrazados de policias controlen a miles de personas pacíficas que se supone pueden pensar, son racionales, y tienen capacidad supuesta de organización?
En fin. Son las chocantes cosas de la humanidad, que despues de milenios sigue actuando con el mismo esquema que los animales irracionales y, como tales, son sometidos por la minoria depredadora que actua como pastor.
En realidad lo de la razón debe de ser un mito, pues si de verdad los trabajadores usaran su capacidad intelectual no dejarian que unos cuantos vivieran a costa de su domesticación, parasitando el producto de su trabajo, mientras no dan palo al agua y mandan a sus perros para asegurar que la situación irracional e infernal para el ganado sigua dando sus frutos sin pausa para ellos, la minoria que ejerciendo la violencia contra el resto ha construido su paraiso en la tierra.
A continuación, unos videos del pasado 25S donde vemos, además de unas muestras de cuanto franquismo queda vigente en España (no solo por la violencia policial, que ha sido igual siempre desde que vestían de gris, sino por la de los que les mandan morder), lo mucho que le queda al rebaño ciudadano para volver a transformarse en una clase obrera organizada, que sepa de su poder, de su fuerza, y que esté dispuesta a hacer una limpieza de parásitos y a construir por fin, de nuevo, un mundo sin pastores.
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