La euforia de muchos libios por la caída del régimen de Muammar Gaddafi parece haber pasado a un segundo plano y ahora deben enfrentarse a la dura realidad: un país en ruinas, con altos índices de desempleo, escaso financiamiento y además con mucha incertidumbre sobre su futuro. ¿Cómo resolverán estos problemas?
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